Posiblemente
cuando recordemos nuestra niñez pensemos en jugar en la calle, en compartir mil
aventuras con primos, en los amiguitos de la guardería, en nuestros juguetes
favoritos… La ley española permite que las madres que están cumpliendo
condena vivan con sus hijos en la cárcel hasta que estos cumplan tres años. Gracias
a la Fundación Horizontes Abiertos, fundada por el jesuita Jaime Garralda, su
infancia no es tan diferente de la nuestra.
Fue
el padre Garralda quien ideó junto con María Matos, presidenta de la fundación,
unos centros en los que internar a estas mujeres para que sus hijos crecieran
en un ambiente lo más normal posible. Con la colaboración de Instituciones
Penitenciarias consiguieron que bajara la edad en que los niños estaban
internos de los seis a los tres años. Además, fueron los primeros en lograr que los
voluntarios pudieran entrar en los centros.
La
Unidad que conozco no parece una cárcel, y es que todo está pensado para estos
pequeños: La fachada es de colores, el edificio está construido en torno a un
patio con columpios, arenero y hasta una mini piscina, no hay rejas y los
funcionarios no llevan uniforme. Hasta para poner el pestillo a las
habitaciones por la noche se espera a que los niños ya estén acostados.
Evidentemente,
ser interna en uno de estos centros es un premio a buena conducta y en los que
cumplen sólo la parte final de su pena o el tercer grado. La mayoría de las
reclusas cumplen condenas más bien cortas por delitos contra la salud pública. En
muchas ocasiones, fueron persuadidas por sus parejas, quienes están en la calle
mientras ellas cargan con las consecuencias.
Horizontes
Abiertos realiza diversos proyectos en las cárceles y es el Programa Kostka el
que se ocupa de estos pequeños. Los voluntarios acompañan a los niños en las
salidas de los sábados y domingos, en las que juegan todo el día en un parque,
comen en una parroquia cercana y siguen jugando hasta las cinco de la tarde.
Además, los peques celebran los cumples conjuntamente con una fiesta cada
trimestre, van a la cabalgata de Reyes, se disfrazan por Carnaval y de vez en
cuando hacen salidas especiales a Faunia o a alguna representación infantil.
Entre semana acuden a diferentes guarderías del barrio, lo cual les permite
relacionarse con otros niños y tener una formación y un desarrollo normales.
Un domingo en el parque |
La
Fundación está presente en centros penitenciarios de toda España, no sólo en
los que viven niños. “Los voluntarios suelen estar muy implicados porque de
ellos depende que salgan los niños o que los internos reciban el taller”, explica
Rosario Escudero, coordinadora de la fundación. Horizontes Abiertos se compone de 700 voluntarios y
120 profesionales que hacen posibles los diferentes proyectos.
Una
de las actividades especiales del programa Kostka es el campamento de verano.
Durante una semana, los niños disfrutan de unas vacaciones, casi siempre
acompañados de sus madres, aunque algunos solos o con sus dos padres si vienen
del centro de Aranjuez. Los centros eligen qué internos pueden ir y la Fundación procura
que siempre haya voluntarios ‘senior’ que hayan ido varios años.
Si
algo he visto en los proyectos que trabajan por la infancia, es que los niños
son iguales en todos los lugares y situaciones. Sólo son niños como hemos sido
todos. Y por ser los más vulnerables merecen siempre lo mejor.
Me encanta Inés!!! Qué bonito
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