sábado, 8 de junio de 2013

Hay una Calcuta en Madrid


Cuando estuve en India, me impresionó ver las condiciones de vida en que puede llegar a sobrevivir la gente: Chabolas insalubres, falta de electricidad estable y de saneamiento de aguas, niños semidesnudos y lo peor, la ausencia total de oportunidades de futuro. Recuerdo lo duro de la vuelta e intentar explicar todo lo que había visto. Entonces, ingenua de mí, no sabía que todo eso lo tenía también a 15 minutos de mi casa, en pleno Madrid.


Los tejados del Gallinero

Si vas por la A-3 y te desvías por la salida 12 (sí, sí, la 12) llegas al poblado de el Gallinero, una realidad invisible de Madrid. Allí, unas 72 familias rumanas de etnia gitana malviven en condiciones lamentables, siendo ignorados por el Ayuntamiento y la Comunidad que actúan a golpe de derribos y declinan las propuestas que les hacen los voluntarios que trabajan en la zona.

Porque el Gallinero tiene un plan propuesto por los que llevan tendiendo una mano a estas familias desde hace siete años, cuando llegaron a esta zona. Arquitectos, profesores, jubilados, religiosos o abogados, todos trabajan por dar visibilidad a esta realidad y conseguir unas condiciones de vida dignas para lograr su integración en nuestra sociedad.

El pasado sábado el Gallinero celebró su tradicional Fiesta de la Primavera bajo un sol radiante, con niños, voluntarios e invitados disfrutando como en un día de feria. Y es que aparentemente allí todo es posible: unos canalones pueden convertirse en toboganes, un barracón en un aula de apoyo escolar, o una esquina a la sombra de un árbol en un escenario para una obra de teatro. 



Toboganes


El aula de apoyo por fuera




El aula de apoyo por dentro



Representación de la Fundación Semilla Teatro


Jorge Fernández es uno de los primeros voluntarios y desmiente la afirmación de la Administración de que estas familias “no se dejan ayudar”. Cada año organizan dos campamentos para que los pequeños disfruten de unas vacaciones y Jorge resalta la disciplina de los niños en cuanto a horarios, higiene y obediencia. Hace énfasis en la impresionante capacidad de adaptación de los niños porque vuelven a casa sin las comodidades normales de las que acaban de disfrutar y siguen adelante.

Paseando por los caminos, entramos en la chabola de una familia que acaba de tener a una niña. Bianca, de cuatro días, está acostada en el colchón en el que duerme toda la familia, envuelta en una sudadera gris. El padre nos dice que la chaqueta es de ‘Francisca’, una voluntaria francesa que realmente se llama Françoise y fue quien recogió a madre e hija del hospital. Jorge explica que intentan preparar una pequeña canastilla a los recién nacidos y conseguirles cunas, pero son muchos niños y no es fácil.



Tampoco es sencillo financiar el desayuno de cada día a los niños que van al cole. Los voluntarios llegan sobre las siete y media de la mañana para levantarles y darles de desayunar. Durante este año lo han conseguido por un ‘mecenas’ que aportó los 6.000 € que cuestan anualmente. Sin embargo han perdido esta ayuda ya que el donante ha decidido interrumpir su aportación porque no veía “rentabilidad”. Es una de las múltiples dificultades a las que se enfrentan los voluntarios.

Se percibe frustración cuando hablan de su lucha constante con la Administración. Nunca les han permitido construir una escuela infantil en el terreno para liberar a las hermanas mayores de cuidar a los más pequeños y que así estas puedan ir al colegio. Tampoco han aprobado un plan de saneamiento para que tengan unas condiciones mínimas de salubridad. ¿La razón? Sería “cronificar” su pobreza. ¿La alternativa? Silencio.

Paz es arquitecta y una de las responsables del plan de vivienda basado en la autoconstrucción, un sistema que ha demostrado su eficacia en multitud de países y en España durante los años 60 y 70. Cuenta cómo en una reunión con un responsable del IRIS (Instituto de Realojamiento e Integración Social), este proponía desplazarles al campamento de Las Tablas. Paz preguntó buscando un poco de empatía si a él le gustaría vivir allí y su respuesta fue que él se lo pasaba muy bien de pequeño yendo de campamento. Yo no sé qué cara se me habría quedado estando en su lugar.



Hora de comer


Llega la hora de comer y las madres voluntarias han preparado paella para un regimiento. Es difícil mantener el orden en la cola para coger plato y allí están Jorge, Paco o Patricia coordinando a la gente y velando porque los niños sean los primeros. Como cada día.


Aquí podéis ver un vídeo extraordinario realizado por Miguel Ángel Vázquez, periodista y voluntario en el Gallinero.

El pregón de la fiesta de la Primavera leía frases tan emotivas como (…)Hoy queremos alegrarnos por los partidos de fútbol, por las letras aprendidas, por el presente conquistado. Por las sumas de las victorias, por la multiplicación de nuestros derechos cuando son respetados y defendidos. (…)Queremos celebrar lo bien que nos lo pasamos cuando nos dejan vivir en libertad, queremos celebrar nuestra lucha porque queremos vivir mejor, que nadie piense que esta fiesta es por este presente de miseria; esta fiesta es por este presente de dignidad que es la puerta de un futuro de derechos.





miércoles, 15 de mayo de 2013

Ser niño en la cárcel


Posiblemente cuando recordemos nuestra niñez pensemos en jugar en la calle, en compartir mil aventuras con primos, en los amiguitos de la guardería, en nuestros juguetes favoritos… La ley española permite que las madres que están cumpliendo condena vivan con sus hijos en la cárcel hasta que estos cumplan tres años. Gracias a la Fundación Horizontes Abiertos, fundada por el jesuita Jaime Garralda, su infancia no es tan diferente de la nuestra.

Fue el padre Garralda quien ideó junto con María Matos, presidenta de la fundación, unos centros en los que internar a estas mujeres para que sus hijos crecieran en un ambiente lo más normal posible. Con la colaboración de Instituciones Penitenciarias consiguieron que bajara la edad en que los niños estaban internos de los seis a los tres años. Además, fueron los primeros en lograr que los voluntarios pudieran entrar en los centros.



La Unidad que conozco no parece una cárcel, y es que todo está pensado para estos pequeños: La fachada es de colores, el edificio está construido en torno a un patio con columpios, arenero y hasta una mini piscina, no hay rejas y los funcionarios no llevan uniforme. Hasta para poner el pestillo a las habitaciones por la noche se espera a que los niños ya estén acostados.

Evidentemente, ser interna en uno de estos centros es un premio a buena conducta y en los que cumplen sólo la parte final de su pena o el tercer grado. La mayoría de las reclusas cumplen condenas más bien cortas por delitos contra la salud pública. En muchas ocasiones, fueron persuadidas por sus parejas, quienes están en la calle mientras ellas cargan con las consecuencias.

Horizontes Abiertos realiza diversos proyectos en las cárceles y es el Programa Kostka el que se ocupa de estos pequeños. Los voluntarios acompañan a los niños en las salidas de los sábados y domingos, en las que juegan todo el día en un parque, comen en una parroquia cercana y siguen jugando hasta las cinco de la tarde. Además, los peques celebran los cumples conjuntamente con una fiesta cada trimestre, van a la cabalgata de Reyes, se disfrazan por Carnaval y de vez en cuando hacen salidas especiales a Faunia o a alguna representación infantil. Entre semana acuden a diferentes guarderías del barrio, lo cual les permite relacionarse con otros niños y tener una formación y un desarrollo normales.

Un domingo en el parque

La Fundación está presente en centros penitenciarios de toda España, no sólo en los que viven niños. “Los voluntarios suelen estar muy implicados porque de ellos depende que salgan los niños o que los internos reciban el taller”, explica Rosario Escudero, coordinadora de la fundación. Horizontes Abiertos se compone de 700 voluntarios y 120 profesionales que hacen posibles los diferentes proyectos.

Una de las actividades especiales del programa Kostka es el campamento de verano. Durante una semana, los niños disfrutan de unas vacaciones, casi siempre acompañados de sus madres, aunque algunos solos o con sus dos padres si vienen del centro de Aranjuez. Los centros eligen qué internos pueden ir y la Fundación procura que siempre haya voluntarios ‘senior’ que hayan ido varios años.

Si algo he visto en los proyectos que trabajan por la infancia, es que los niños son iguales en todos los lugares y situaciones. Sólo son niños como hemos sido todos. Y por ser los más vulnerables merecen siempre lo mejor.




miércoles, 3 de abril de 2013

Las esclavas del siglo XXI


María –nombre ficticio- nació en un país de África central, en una familia de clase media cuya situación le permitía estudiar y llevar una vida normal. Acababa de terminar bachillerato y quería ser enfermera cuando empezó su particular infierno. Una de sus tías le habló de una beca del gobierno español para estudiar aquí la carrera, con todos los gastos pagados y así volver a casa con un título europeo. Y María partió. Lo que no sabía es que su tía acababa de venderla. Al llegar, le infundieron terror amenazándole: o se prostituía hasta reunir una cifra astronómica o matarían a su familia.

Según la RAE; ‘trata’ es el “tráfico que consiste en vender seres humanos como esclavos”, un negocio muy lucrativo aún hoy en pleno siglo XXI. La OIT (Organización Internacional del Trabajo) estima que 20,9 millones de personas son víctimas de trabajo forzoso en todo el mundo.

¿Qué sucede cuando la policía desarticula una red de tráfico de drogas y se encuentra además con estas mujeres, engañadas y sin documentación? La ley no permite expulsar a personas que han venido engañadas a España, porque no es lo mismo trata de personas que tráfico ilícito de migrantes. En el primero no existe consentimiento y no tiene por qué ser transnacional. Además la trata implica la explotación persistente de las víctimas.

La Comunidad de Madrid no tiene recursos propios sino que deriva a las mujeres a centros donde les atienden integralmente. Estos proyectos están gestionados nada menos que por religiosas. Yo he podido conocer Villa Teresita, regido por las Auxiliares del Buen Pastor y el Proyecto Esperanza, de las Adoratrices de Santa María Micaela.

Ambos centros tienen su estilo particular, aunque trabajan de forma parecida. Las religiosas y las mujeres comparten casa, mesa y televisión creando así clima de familia. El proyecto Esperanza divide la atención en fases de emergencia, trabajo y seguimiento, mientras que Villa Teresita lo hace en áreas: sanitaria, jurídica, terapia psicológica y formación laboral. Diferentes formas para un mismo fin: que las mujeres vuelvan a tomar las riendas de su vida libremente.

Concha es una madre de familia trabajadora que desde hace tres años es voluntaria en el Proyecto Esperanza. Es ‘veladora’, es decir duerme con ellas una noche cada dos semanas porque las chicas no pueden estar solas en esta primera fase de emergencia. “Sólo acompaño y cenamos juntas, comemos pipas mientras vemos unas telenovelas terribles, nos pintamos las uñas… Es una etapa de descanso y relax porque vienen de situaciones muy estresantes”.

En esta fase, las chicas reciben cursos de español, talleres de habilidades sociales, de autoestima, de relajación… También reciben atención psicológica, médica y legal y se les proporciona un salvoconducto para que puedan moverse por Madrid.

Geña es una joven religiosa de Villa Teresita de sonrisa constante y mucha energía. Cuando le pregunto por la convivencia me cuenta que a veces las chicas dicen que vuelven a una hora y llegan mucho más tarde. “Al decirles que tienen que cumplirlo, primero se enfadan, pero poco a poco lo entienden. No están acostumbradas a tener a alguien que les espere”.

Ambos proyectos se extienden por diferentes ciudades de España. Concha recuerda en un encuentro nacional cómo unas señoras mayores contaban su trabajo en Algeciras. Habían montado en la parte trasera de un par de furgonetas una ‘salita’ a la que invitaban a prostitutas de carreteras y polígonos para que entraran en calor. Así les acompañaban, les hacían saber que no estaban solas y que podían salir.

Estos hogares son auténticos refugios de las mafias que tanto daño les han hecho y un entorno perfecto para volver a vivir.

Más información: Villa Teresita (91 300 21 08) y Proyecto Esperanza (http://www.proyectoesperanza.org/

lunes, 25 de marzo de 2013

Salir de la calle es posible


 Siempre he pensado que las personas sin hogar nos demuestran nuestro gran fracaso: estamos anestesiados hacia los más desfavorecidos. Porque las injusticias lejanas o las que no vemos cada día pueden resonar de vez en cuando según la sensibilidad de cada uno, pero los sintecho están cada día en las aceras de nuestras ciudades.

 Sin embargo, hay un grupo que sí cree en las segundas oportunidades, y en las terceras, las cuartas… Son los miembros de la Asociación Bokatas con sede en la parroquia de los Sagrados Corazones de Madrid, junto al Bernabéu. Estos jóvenes dedican las noches de los lunes y los jueves a entablar conversación con personas sin hogar con la ‘excusa’ de repartir unos bocadillos y caldo caliente.

 Precisamente el día que me invitaron a su reunión mensual, un abogado nonagenario alegaba en la Audiencia Provincial de Madrid que “los mendigos no son humanos” defendiendo a unos neonazis que dejaron en coma a un sintecho en 2009. Está claro que este señor nunca se ha sentado a hablar con una persona que vive en una acera y nadie le ha explicado que mientras una persona normal sufre tres o cuatro sucesos traumáticos en su vida, ellos sufren siete u ocho encadenados.

Gráfico de la EAPN (European Anti Poverty Network)


 La labor de Bokatas SSCC (también están en la universidad de Comillas, la parroquia de San Juan Bautista y en Pamplona) no acaba en las rutas nocturnas. Los voluntarios les acompañan a realizar trámites administrativos o al médico; organizan torneos de fútbol; celebran cenas especiales de Navidad y hacen seguimiento exhaustivo de los casos con más posibilidades de salir de la calle.

 Gestiones que para nosotros son tan sencillas como pedir cita al médico y desplazarnos a la consulta o renovar el DNI puede suponer un mundo para ellos. “Suelen esperar hasta que no puedan aguantar más del dolor para pedir ver a un médico, lo cual agrava sus dolencias” explica una voluntaria. “No es un trago agradable para ellos, cuando yo he acompañado a alguno, los pacientes con los que compartimos sala de espera miran muy mal”.

 Recuerdan también el caso de una mujer que estaba en la calle de forma transitoria por haber sido desahuciada. Tenía un hijo de 23 años con una discapacidad intelectual y ambos debían renovarse el DNI. El mero hecho de afrontar las tasas -10,40€ cada uno- sumado a las fotos de carnet le descuadraba el presupuesto del mes para poder comer. La Asociación decidió pagárselo y les acompañó a la comisaría. Y es que sólo pagan cosas de este tipo de forma puntual y tras acordarlo entre todos.


 Cada año los voluntarios de Bokatas participan en el recuento de personas sin hogar de Madrid que reúne el máximo de datos posible sobre los sintecho. Participan unos 900 voluntarios y cuando se publican los datos, el Ayuntamiento comparece sobre la situación. En la última reunión, Ana Botella declaró su compromisoque “en cinco años no haya nadie en las calles de Madrid”. La audiencia presente no daba crédito: “Yo creí que no lo había oído bien, tuve que preguntar si de verdad había dicho eso”, confiesa una de las voluntarias.

 Salir de la calle es muy difícil pero algunos lo consiguen. Es el caso de Juan (nombre ficticio), un joven español de 26 años que dormía en el aeropuerto de Barajas y sufría un problema de alcoholismo. A las 6AM se levantaba y daba vueltas por Madrid hasta que conoció Bokatas y empezó a pedir ayuda. Gracias a su esfuerzo y la ayuda de los voluntarios y la psicóloga social del proyecto, lleva desde diciembre sin beber. Con su RMI (Renta Mínima de Inserción) ha podido alquilar una habitación y está buscando trabajo.

 Por cada historia de éxito hay muchas más de fracasos y recaídas, pero en Bokatas no se rinden y siguen agachándose a hablar y compartir la vida en las aceras de Madrid.


 Para más información: www.bokatas.org Y el sábado 6 de abril celebran una fiesta benéfica, 
¡qué mejor forma de conocer el proyecto!

¡Bienvenidos!


 ¡Empezamos a andar en ‘Vida en los bordes’! Esta iniciativa surge de unir dos pasiones: escribir y seguir los caminos de personas que no han tenido tanta suerte como yo. En los últimos años, he ido conociendo multitud de proyectos que con mucho esfuerzo consiguen transformar realidades. Detrás de estas organizaciones hay gente que se complica la vida por mejorar situaciones difíciles, injustas, vulnerables. Y hay personas cuya historia se ha ido complicando y que con mayor o menor suerte van cogiendo las oportunidades que les brindan. 

 Esto no pretende ser más que una ventana para asomarse a estos mundos, tan cercanos y tan invisibles, ¿te atreves a mirar?